Un rico mercader decidió donar una gran suma de dinero a un Maestro Zen que necesitaba una escuela más grande. El maestro aceptó el dinero sin dar las gracias, como si estuviera haciendo un favor al mercader. Este, irritado, recalcó al maestro en términos inequívocos que le estaba dando una suma considerable.
“¿Quieres que te lo agradezca?”, preguntó el maestro.
“Deberías hacerlo”, respondió el mercader.
“¿Por qué?”, replicó el maestro. “La persona que da es la que debe estar agradecida”
“¿Quieres que te lo agradezca?”, preguntó el maestro.
“Deberías hacerlo”, respondió el mercader.
“¿Por qué?”, replicó el maestro. “La persona que da es la que debe estar agradecida”
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